Triste noticia nos ha llegado desde Concepción. Dos bomberos murieron heroicamente tratando de salvar a una anciana, llamada Adriana, que se encontraba dentro de su hogar al momento del incendio. El piso se cayó y perecieron los tres. Jonathan y Aníbal, al caer se abrazaron y esperaron el momento, tal vez, con miedo, llorando y tiritando. Casi me lo imagino: el calor, el ruido y la pena.
Veinte años tenían los dos, jóvenes eran y sus vidas, apenas comenzaban. Se sacrificaron por una anciana, solo por ayudar, ya que no les pagaban un solo peso por hacerlo. Ayudaban por el regocijo de ayudar.
Solo tres muertes más, mañana no los recordaremos, la vida sigue y nuestras cabezas se llenan de preocupaciones que hacen olvidar. Quise destacarlo, para pensar en ellos un momento, que no sean solo una noticia que pasa ante mis ojos, porque algo hay que sacar de esto y porque un pequeño homenaje a dos mártires es, sin duda, necesario en algún momento.
Veinte años tenían los dos, jóvenes eran y sus vidas, apenas comenzaban. Se sacrificaron por una anciana, solo por ayudar, ya que no les pagaban un solo peso por hacerlo. Ayudaban por el regocijo de ayudar.
Solo tres muertes más, mañana no los recordaremos, la vida sigue y nuestras cabezas se llenan de preocupaciones que hacen olvidar. Quise destacarlo, para pensar en ellos un momento, que no sean solo una noticia que pasa ante mis ojos, porque algo hay que sacar de esto y porque un pequeño homenaje a dos mártires es, sin duda, necesario en algún momento.
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