jueves, 17 de noviembre de 2011

Poema para el viento

No olvides,
no olvides nunca
que el viento es,
también, parte de volar.
Recuerda que la liviandad
con la que caminas se hace parte
del aire. Tu cuerpo no sabrá partir
sino hasta que tomes conciencia del vuelo.
Mira tus alas, son más que una obligada libertad.
Son tu condena, tu bandera, tu máscara de triste felicidad

lunes, 30 de agosto de 2010

Campo de batalla

Miro desde el décimo piso, mi oficina en New York. Recuerdo a Papá, viejo zorro, me llevaba de la mano a comprar cierta verdura. Tal lugar era un campo de batalla: calles destruidas, gente muerta, gente fea y las paredes de los edificios se caían por la explosión gaseosa del viento y la lluvia. Caminaba con miedo, no me gustaba ir, pero Papá admiraba con ojos de belleza tal fealdad. Hoy recuerdo bien, comprendo por qué. La batalla era la ciudad que me alimentó, la muerte era vida, las paredes el patrimonial puerto, la guerra es mi amado Valparaíso.






Cuento corto participante en la "Semana de la cultura" Derecho Pucv

sábado, 26 de junio de 2010

Invierno

La calle sucia recibe mis pisadas,
lento, terco avanzo.
Viento arrebatado me acompaña:
para el frío y el sueño me abrigo
con tal suerte de no morir

La luz de sol es un adorno
para el perfecto gris del cielo.
El viento me grita al oído
cosas que no quiero oír.
¿Será porque soy mínimo?

Mi paso vacila en las aceras.
El olor a alcohol me repugna
cuando está impregnado a la tierra,
cuando crece a mi lado
y no me doy cuenta

Muero a cada instante,
lo dicta la naturaleza,
pero mi paso finito se hace sufrido,
es que hay viento,hay frío y
las aceras de este maldito invierno.

lunes, 19 de abril de 2010

Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra

Estudiando Derecho Romano y la influencia que significó sobre éste el cristianismo. Reflexioné sobre ciertas razones que, a temprana edad, definieron mi agnosticismo o la no creencia en cualquier deidad creada en la tierra y su historia. Porque vivo en Chile, país mayoritariamente católico, aunque no tan practicante, la enseñanza de Jesús de Nazaret es la que más se ha difundido y, por lo tanto, la más aceptada como válida. Ahora profundizo y amplío mis ideas. Es este un momento especial porque desde que decidí en no creer en el dios católico, no pené más en el por qué y sí en los beneficios que, a mi juicio, me trajo eso. Pero eso ya es otro tema. Mi decisión la tomé en base a dos preguntas que me formulé y que tienen que ver con la validez del Cristianismo. Suponiendo que hay posibilidades de que Dios sí exista y, por lo tanto, no nos cerramos a cualquier tesis, me pregunto por qué la religión que nos enseñan es la correcta. Llevando esta pregunta a temas más comunes, pero no por eso menos importantes, me podría cuestionar si la enseñanza que recibió mi padre fue buena o no. Podríamos, en consenso suponer que sí lo fue o lo contrario, pera esa divergencia siempre se provoca si hay ojo crítico, estudio, revisión del pensamiento humano. Entonces, apartándose del dogmatismo podríamos cuestionarnos sobre cuál es la religión correcta o si alguna lo es. ¿Cuál es la razón de peso que nos hace pensar que el Cristianismo es válido por sobre, en ejemplo, el Budismo? Parece ser que la respuesta es que, así se nos enseñó, la familia nos enseñó. ¿Pero podemos estar seguros de que nuestros padres nos enseñan siempre lo correcto? A nuestros abuelos les enseñaron que la mujer no debía trabajar de manera remunerada y que debía dedicarse a la labor casera, pero ciertamente, por estos días esa enseñanza es obsoleta. Una segunda razón a la cual recurrir podrían ser los milagros que se le atribuyen a Jesús, los santos y miembros de la Iglesia, pero además del cuestionamiento a su validez, también podríamos agregarle que no es la única religión con atribuciones milagrosas, así también, los milagros ocurren para el hinduismo. Volvemos a la pregunta anterior. ¿Quién tiene la razón?

La segunda pregunta que me formulé provino del conocimiento que tuve sobre todas las atrocidades cometidas por la Iglesia católica, única representante de Dios en la tierra. En este tema podríamos enumerar miles de de actos aberrantes contra la humanidad, una de las más graves fue la Inquisición, pero al caso no viene nombrarlas todas. Un buen católico responderá que esos actos fueron cometidos por hombres, terrenales y no iluminados por la voluntad divina, que se apartaron de laque Dios y Jesús nos enseñaron. Por lo tanto, así creeremos que lo que ocurrió durante tantos siglos y sigue ocurriendo, fue una suerte de mala interpretación de “La Palabra”. Otra vez apelo al buen ojo, pero esta vez de la persona que sí está convencida de la existencia de Dios. ¿Cuál es la razón que usted tiene para poder asegurar que la interpretación actual de la Biblia, como única fuente formal del Cristianismo, es la correcta si ya no lo fue en años anteriores?

Los católicos modernos postulan que la Iglesia como institución y la creencia son entes separados y que lo único realmente válido es la enseñanza pura de Jesús plasmada en la Biblia o específicamente en el Nuevo Testamento. Ahora bien, yo creo que estas dos fuentes no pueden separarse ya que están unidas a tal extremo, que se retroalimentan. Es así, para ilustrarlo, que la Iglesia, quiérase o no, fue creada y creció según la interpretación correcta o incorrecta del “Santo Libro” y éste, al mismo tiempo, fue traducido y posteriormente interpretado, después modificado por la romana institución.

Entonces, si se cuestiona a la Iglesia, se cuestiona también su enseñanza y lo que todos creen, se cuestiona la Biblia y sus palabras, se cuestiona, además, la existencia de Dios. Este análisis lo hice con extremo cuidado de no herir moralidades. Jesús dijo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.” Así lo interpreto, muy libremente como, quien tenga la verdad, que la demuestre.

lunes, 28 de diciembre de 2009

¿Yo, dónde estoy?

Recordando mi ensayo “Caminando solo” reflexiono sobre la incomunicación del hombre moderno, que viene de la mano con la globalización. Paradójico resulta pensar que estos dos términos tengan algo en común, pero no se ve ilógico al pensar en qué llevan detrás y qué resultados evidencian. Bartleby anuncia, sin equivocarse, que la humanidad, representada en él, se convertirá en un ente inerte ante su sometimiento. La voluntad humana se perdió con su camino a lo complejo. La solución que tanto buscan los ilusos para la problemática humana es el término de la vida, no por nada los viejos añoran la niñez, época de aprendizaje y dificultad, pero de ingenuidad ante todo. La felicidad es indirectamente proporcional a la inteligencia o, más aún, a su entendimiento del mundo y la humanidad. Nosotros, hombres y mujeres de saber, tecnología y decadencia creemos ver un universo mejor iluminado que, incluso, nuestros padres. La ciencia nos explicó todo lo que la religión no nos pudo enseñar y que, nos vetó. La condena está hecha y fue anunciada a tiempo, lástima que no actuamos bien: “¡Oh Bartleby! ¡Oh humanidad!” (1). Bartleby es la humanidad. ¡Pobre de él! ¡Pobres nosotros! Creamos nuestros destinos queriendo lo mejor para nuestros hijos, pero más aún, para nosotros, egoístas.

La explicación de todo está en que no estamos hechos para asumir la tarea de castigarnos. Después de siglos en que perdimos mucho más de lo que conseguimos para avanzar, queremos ganar. Estamos ansiosos de victoria, pero ¿sobre quién? Sobre Bartleby. Esa es la causa: si mis bases se caen, yo caigo con ellas. Mientras más hundimos a nuestros adversarios, más nos destruimos. Pero, ¿qué ocurre si el perdedor no acusa daño ante mis ataques? ¿Qué ocurre si se muestra impertérrito ante lo que ocurre? Si evitamos la confrontación, por lo menos evadimos la derrota. No es la solución, pero no peligra equivocación. Es en esto donde gira la historia de la citada novela: “Preferiría no hacerlo” (2) es la respuesta. El opresor podría pensar: “¿Qué hacer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué dice mi conciencia que deberían hacer con este hombre, o más bien, con este fantasma? Tengo que librarme de él; se irá, pero ¿cómo? ¿Echarás a ese pobre, pálido, pasivo mortal, arrojarás esa criatura indefensa? ¿Te deshonrarás con semejante crueldad? No, no quiero, no puedo hacerlo”. (3) Es por eso, porque no saben qué hacer ante una respuesta coherente que su ataque es ineficiente o nulo.

“De todos los infortunios que afligen a la humanidad el más amargo es que hemos de tener conciencia de mucho y control de nada.” (4). La humanidad se está perdiendo, creímos engañados que nuestra vocación era mejorar para lograr una sociedad “perfecta” ¿Cuál es la perfección? No existe, partamos de eso. La incomunicación, la derrota, la guerra, el exterminio, la muerte son sólo el resultado de la lucha, realmente ficticia, que llevamos contra nuestra propia integridad. La vocación original y única del humano es vivir y nada más. La religión, el amor y la victoria incluso, son adornos. Hay que asumir la tarea de reconocer que hemos perdido tantos siglos en buscar el tesoro que nunca existió. Vivamos pensando que ya no hay en qué preocuparse. Lo que hacemos es superfluo.

(1), (2) y (3): Bartleby, el escribiente. Herman Merville. Publicado en 1856 en el libro Melville The Piazza Tales.

(4): Heródoto.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Baño Público

Baldosas sucias de tierra, licor, sangre
mezcla repugnante a los zapatos.
Pasos olvidados dejaron su marca en ciertos rincones,
la cloaca sucia me recibe.

Me siento solo en la bajeza.
Aquí yace la naturaleza humana,
la evitamos, más es inherente:
el olor cuelga de nuestras cabezas.

Cementerio de fósiles, es aquí donde mueren
las esperanzas. Nuestra alma se muestra
cruda y los billetes nada valen.

Baño público miserable
te condeno:
vivirás siempre bajo la orina del
hombre.

martes, 17 de noviembre de 2009

Comprimo mis dedos en el teclado que, oscuro y esperando, se plantea tosco ante mí.

Escribo usando mis extremos, rodeando el lápiz vanidoso de su tacaño tamaño, de su escuálido cuerpo, de su determinante poder. Lo uso y mantengo para anotar breves documentos que ignoro si serán conocidos.

Camino fatuo, pecho erguido y mirada insolente. Me creo el que no soy ni seré. Me creo Dios. Pienso.

Sueño mientras duermo. Mi cuerpo reposa sosegado. Mis ojos cerrados no intentan abrir.

La luna se acerca tímida, sonriéndome. Sus pecas la iluminan. La espero, su llegada me inquieta. Alzo mi mano para alcanzarla y cuando ya casi puedo tocarla me doy cuenta que es un vidrio. Miro a través y veo a un hombre escribiendo, seguramente una tontería en su computador.

martes, 27 de octubre de 2009

Mi engaño

Imagino y creo que un día
después de las glorias que me prometen
me sorprenderán desnudo y sin arma
sin palabra ni mentira.
Me humillaré en la vergüenza de mi engaño
descubriré quién soy y fui.

Reflexiono por las tardes
para en la noche dormir,
soñar con mi condena: creer que quiero
parar y desenmascararme,
ser y matar.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Martín

Cuando te compre tiritabas de miedo y ni siquiera sabías dónde estabas. A las dos horas comenzaste a jugar con nosotros porque te enganchamos con la comida, que siempre te gustó. La primera noche fue horrible y debí haberme imaginado que ibas a ser un mamón¡Ah, que mamón fuiste! Dormir en el patio para ti era inhumano, debías dormir, por lo menos, en los sillones cómodos o en una cama. Todas las noches eran una guerra porque tu querías entrar y nosotros queríamos que cuidaras la casa afuera. Igual, siempre entrabas. Te acostabas en mi cama mientras yo tocaba la guitarra. Tú sabes todas las canciones, mis secretos, mis estudios. Tú dormiste conmigo, viajaste conmigo. Te pegué y me pegaste, nos odiábamos y nos queríamos, ladraste y lloraste.
La libertad, sentía yo, era para ti lo más importante: nunca tuviste límites y quisiste llegar más lejos. Muchas veces pensé: si este perro tiene un patio gigante, por qué quiere ir a la calle. Porque descubriste que el mundo es infinito y no había tiempo que perder, había que correr, había que oler, había que ladrar y por más que te reté jamás dejaste de hacerlo.
Me acordé de cuando te acostabas en el pasto y no te dejaba tranquilo molestándote, te tocaba la cara, te daba vueltas. Nunca fuiste pesado, es más, yo creo que te gustaba jugar conmigo.
¿De qué hubiéramos hablado si lo hubieras podido hacer? Me imaginaba las conversaciones que seguramente hubiéramos tenido porque siempre te conté todo, sólo que nunca me respondiste, aunque me mirabas con cara ladeada así como diciendo de qué habla este gil. ¿Cuánto tiempo pasamos juntos? Eras mi compañero, mi amigo, mi mejor amigo. Te crié, te alimenté, te acosté, te dí las pastillas, te levanté cuando tuve que llevarte al veterinario para los controles y no fue fácil. Perro tonto, barza, amermelao, gil. Te quiero. Cuando estabas ahí, inmóvil a la orilla de la calle y yo al lado tuyo, te acaricié pensando en que todas la lágrimas que derramo están echas del amor de padre e hijo, de hermanos, de compañeros y todo lo que fuimos juntos.

martes, 7 de julio de 2009

Caminando solo

No hace mucho viví una experiencia que me marcó de forma particular: almorzaba junto a mi familia en un restaurant italiano, todos juntos, muy felices y disfrutando del momento, de repente me fijé en un sujeto, que ya estaba muy mayor y que comía solo. No sé si habrá sido una impresión propia, pero notaba en su rostro signos de tristeza. En seguida concluí que su infelicidad aparente era producto de su estado de soledad. Su recuerdo quedó en mi cabeza, pero de pronto comencé a cuestionarme en varios aspectos.
¿Por qué inferimos, casi naturalmente que la gente sola está triste? Si nos produce compasión, ¿Qué hay de malo en vivir sin compañía? Simplemente porque somos parte de la sociedad. Identificamos el éxito con ciertos parámetros establecidos por otros y para un grupo ideal. Por ejemplo: el dinero. Pero al mismo tiempo, reconocemos que cada vida es única y personal, con necesidades propias de lo que a cada uno le ha tocado experimentar y, por lo tanto, la felicidad (si la consideramos como cúspide de la vida) es diversa y la forma de arribar a ella tiene un sinnúmero de caminos.
Se nos presenta, entonces, una contradicción que dejamos pasar sin darnos cuenta, porque en este siglo, nihilista y criticista, destacamos lo negativo por sobre lo positivo. Un hombre solo, pero radiante de vida, está solo, y a pesar de todo lo que tenga por detrás. También, sabemos que existe gente que, al ser vulnerable, necesita ayuda permanente y compañía protectora. Pero, al mismo tiempo, existe gente que no necesita a alguien, que es fuerte y es capaz de llevar sus propias riendas. "Se refleja esta dualidad al identificar a la soledad con la pena. Las penas de amor son penas de soledad[...](1).La soledad es una elección o por último, nuestro destino.
Si nos apegamos a la teoría darwinista y nos alejamos, por lo tanto, de cualquier tendencia religiosa, pensamos en el hombre como un animal que posee instintos . Lo que nos hace sentirnos superiores es la predominancia de la razón por sobre la fuerza. Pero la razón es artificial (2) y el instinto natural. El hombre es en definitiva, un animal solitario por instinto y social por razón. ¿Es entonces perjudicial algo que de nuestra naturaleza se sobrepone a la razón que nosotros mismos hemos creado?¿Quién me asegura que las reglas impuestas son realmente las correctas? La lógica del hombre es la cuestionable. Ejemplo de ellos hay en todos los tiempos: la inquisición o el nazismo fueron considerados aceptables alguna vez por un gran número de personas. "Lo que en una época parece malo, es casi siempre un residuo de lo que parecía bueno en la época anterior; es el atavismo de un ideal ya viejo."(3)
Aceptando que la soledad es una condición natural del hombre, como lo afirma Octavio Paz: "La soledad, que es la condición misma de nuestra vida, se nos aparece como una prueba y una purgación[...]".Pero luego sentencia: "Todos los hombres, en algún momento de su vida se sienten solos; y más, todos los hombres están solos [...](4). Reconocemos que no debe ser visto como motivo de tristeza o compasión la soledad del prójimo. Más bien debemos analizar y comprender sus motivos. Al momento de conocer la razón de su aislamiento social podemos, recién actuar con derecho y a medida de sus necesidades.
Concluímos, entonces, que el hombre es un ser solitario y, aunque vive en sociedad, tiende a la incomunicación, a la aislación y la vida solitaria por elección propia o por naturaleza del ser. La visión exterior de su persona no puede ni debe ser centrada en su soledad, ya que no constituye falta, error social, ni menos una ilegalidad. Considerando que "nacemos solo y morimos solo" (5), vivir solo es un derecho natural y admirable, quizás más vale estar solo, que mal acompañado.

(1): Octavio Paz; La dialéctica de la soledad; El laberinto de la soledad.
(2): Nota aclaratoria: La razón del hombre, la razón de la época es variable e inconstante. Se basa sobre el dogma y lo que el superior ordena. El hombre crea la razón para establecer parámetros de conducta, para limitar el instinto. Matar no es razonable, aunque el instinto lo ordene.
(3): Nietzche; Más allá del Bien y del Mal; pág 67.
(4) y (5): Octavio Paz; La dialéctica de la soledad; El laberinto de la soledad.