martes, 7 de julio de 2009

Caminando solo

No hace mucho viví una experiencia que me marcó de forma particular: almorzaba junto a mi familia en un restaurant italiano, todos juntos, muy felices y disfrutando del momento, de repente me fijé en un sujeto, que ya estaba muy mayor y que comía solo. No sé si habrá sido una impresión propia, pero notaba en su rostro signos de tristeza. En seguida concluí que su infelicidad aparente era producto de su estado de soledad. Su recuerdo quedó en mi cabeza, pero de pronto comencé a cuestionarme en varios aspectos.
¿Por qué inferimos, casi naturalmente que la gente sola está triste? Si nos produce compasión, ¿Qué hay de malo en vivir sin compañía? Simplemente porque somos parte de la sociedad. Identificamos el éxito con ciertos parámetros establecidos por otros y para un grupo ideal. Por ejemplo: el dinero. Pero al mismo tiempo, reconocemos que cada vida es única y personal, con necesidades propias de lo que a cada uno le ha tocado experimentar y, por lo tanto, la felicidad (si la consideramos como cúspide de la vida) es diversa y la forma de arribar a ella tiene un sinnúmero de caminos.
Se nos presenta, entonces, una contradicción que dejamos pasar sin darnos cuenta, porque en este siglo, nihilista y criticista, destacamos lo negativo por sobre lo positivo. Un hombre solo, pero radiante de vida, está solo, y a pesar de todo lo que tenga por detrás. También, sabemos que existe gente que, al ser vulnerable, necesita ayuda permanente y compañía protectora. Pero, al mismo tiempo, existe gente que no necesita a alguien, que es fuerte y es capaz de llevar sus propias riendas. "Se refleja esta dualidad al identificar a la soledad con la pena. Las penas de amor son penas de soledad[...](1).La soledad es una elección o por último, nuestro destino.
Si nos apegamos a la teoría darwinista y nos alejamos, por lo tanto, de cualquier tendencia religiosa, pensamos en el hombre como un animal que posee instintos . Lo que nos hace sentirnos superiores es la predominancia de la razón por sobre la fuerza. Pero la razón es artificial (2) y el instinto natural. El hombre es en definitiva, un animal solitario por instinto y social por razón. ¿Es entonces perjudicial algo que de nuestra naturaleza se sobrepone a la razón que nosotros mismos hemos creado?¿Quién me asegura que las reglas impuestas son realmente las correctas? La lógica del hombre es la cuestionable. Ejemplo de ellos hay en todos los tiempos: la inquisición o el nazismo fueron considerados aceptables alguna vez por un gran número de personas. "Lo que en una época parece malo, es casi siempre un residuo de lo que parecía bueno en la época anterior; es el atavismo de un ideal ya viejo."(3)
Aceptando que la soledad es una condición natural del hombre, como lo afirma Octavio Paz: "La soledad, que es la condición misma de nuestra vida, se nos aparece como una prueba y una purgación[...]".Pero luego sentencia: "Todos los hombres, en algún momento de su vida se sienten solos; y más, todos los hombres están solos [...](4). Reconocemos que no debe ser visto como motivo de tristeza o compasión la soledad del prójimo. Más bien debemos analizar y comprender sus motivos. Al momento de conocer la razón de su aislamiento social podemos, recién actuar con derecho y a medida de sus necesidades.
Concluímos, entonces, que el hombre es un ser solitario y, aunque vive en sociedad, tiende a la incomunicación, a la aislación y la vida solitaria por elección propia o por naturaleza del ser. La visión exterior de su persona no puede ni debe ser centrada en su soledad, ya que no constituye falta, error social, ni menos una ilegalidad. Considerando que "nacemos solo y morimos solo" (5), vivir solo es un derecho natural y admirable, quizás más vale estar solo, que mal acompañado.

(1): Octavio Paz; La dialéctica de la soledad; El laberinto de la soledad.
(2): Nota aclaratoria: La razón del hombre, la razón de la época es variable e inconstante. Se basa sobre el dogma y lo que el superior ordena. El hombre crea la razón para establecer parámetros de conducta, para limitar el instinto. Matar no es razonable, aunque el instinto lo ordene.
(3): Nietzche; Más allá del Bien y del Mal; pág 67.
(4) y (5): Octavio Paz; La dialéctica de la soledad; El laberinto de la soledad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ejem falte yo, no lo voy a seguir leyendo de pura mala onda si que muere figuerolaaaaaaaaaaaaaaa soy aninomaaaaaaa

Daniel Figueroa dijo...

jajaja, saludines aninoma yo tambien te quiero